Diario Personal

Por mi hijo, el que pasa encerrado.

Donde los narcisismos y escapismos cobran sentido en una narrativa, catarsis desenfrenada y repentina que justifique el apego necio a ideales propios.

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Tarde de visita

Las ventanas de enfrente no reflejan,
dejan tampoco ver lo que está atrás
—madrás quizás o algún sofá de más—,
verás sol sobre el polvo que aquejan.

Despejan los ladrillos al desnudo,
pudo pero no recibió repello,
aquello visto lejos, nunca bello,
sin destellos, tan rocoso y crudo.

Mudo quedé en el asiento forrado,
morado de vergüenza a su mención.
Atención le dan al equivocado,

aún desesperado, sin ilusión.
La mansión vecina vista de un lado,
enojado, parece una prisión.

10/10/2023

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