Diario Personal

Por Rubén Darío.

Recuperado de Primeras Poesías.

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Lesbia

A José Pasos

Lesbia tiene por costumbre
levantarse en la mañana
a ver, desde su ventana
del sol la primera lumbre;

y cuando da su arrebol
postrero el astro del día,
también sale el alma mía
a ver la puesta del sol.

Una mañana las vi
a las dos, al alba y a ella,
pero en la mañana aquella
a las dos las confundí

y en una tarde de abril
vi en su reja a mi adorada;
y en la tarde, avergonzada,
se hundió al ver su faz gentil...

Lesbia: no hagas cruel alarde
de tu faz encantadora,
dando celos a la aurora
y dando envidia a la tarde.

Eso va en contra de mí,
pues, tu faz, al asomarse
hasta el sol puede pararse
enamorado de ti,

y puede ser que te robe
al misrarte en tu ventana,
más apuesta que Diana
y más hermosa que Niobe.

Esa vaga languidez
con que entrecierras los ojos,
esos frescos labios rojos,
esa suave y blanca tez;

esa cabellera de oro
que el alisio toca y peina,
ese algo como de reina,
esa altivez y decoro,

todo infunde amor, y amor
ardiente, vivo, extremado...
Si el sol está enamorado,
¿cómo estará tu cantor?

Lesbia: si al salir la aurora
te asomas a la ventana,
no la avergüences, ufana
de tu gracia encantadora;

ni tengas tampoco empeño
en dar a la tarde envidia,
porque ella, si lidia, lidia
con menos armas, mi dueño.

Sé cauta, pues, al mirar,
y bien es que disimules,
con esos ojos azules
como el cielo y como el mar.

Octubre, 1884

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