Diario Personal

Por un espíritu de la pobreza.

Donde los narcisismos y escapismos cobran sentido en una narrativa, catarsis desenfrenada y repentina que justifique el apego necio a ideales propios.

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Callejeros

I
Cruza por la esquina y se ve un ojo enrojecido,
Arriba una patita recogida, una cola rota.
Su momento de existir se limita al que le nota
Al que nació por su cuenta para quedarse perdido.

Un ruidito y huyen a esconderse en su abandono,
Saben que si entre esos laberintos presas se mostrasen
Presas quedarían de todos cuando se olvidasen.
«Y si alguno quedara fuera yo no me lo perdono.»

¿Qué cosa se puede hacer que no vaya a hacerles daño?
Decidir a quien salvar de entre todos los que te miran
Es marcar fatalmente a cuantos otros que te imploren.

Y desespera el que por labor de aquel tamaño
Pide a Dios curar y hacer de los que mal respiran
Encargo que los hombres ciegos ya nunca más ignoren.

II
Enciéndase la luz y termínase su mundo,
Libertad que corre, naturaleza que esconde.
¿Si caen a pedazos, van a parar en dónde
Dones de la noche, príncipes de un rey injusto?

Velos resentidos sin conocer la derrota,
Escuchas sus quejidos y ahogan del orgullo.
¿Y qué? Podrías dar pero sin darles mucho,
No saben de piedad excepto si se agota.

Cruel necesidad se lleva lento el día
Y ha de regresar como jaula traicionera
A envolver heridas viejas con otras nuevas.

En los callejones se robará su vida,
Para quien la mirada es alarma severa
Y ven que hoy es lo que mañana les espera.

19/02/2024

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