Bitácora de Mochilero - II

Por un dueño agradecido.

3 de enero, 2024

Hoy fui al desvío. No lo encontré. Ayer había llegado de pasada, y la verdad es que hoy di una vuelta para analizar dónde podría estar. Tenía entendido que el 29 había sido la última noche en la que lo habían visto, pero el guardia de una cafetalera al lado de la gasolinera nos dijo que lo vio el 31 en la noche. Mochi no ha aparecido este 2024.

Me contó que Mochi estaba cazando, se escondió luego en el depósito de chatarra justo al lado del muro separando el terreno baldío de la gasolinera y la cafetalera. Mañana iré a buscarlo todo el día, sabiendo que si no lo encuentro, no lo volveré a ver.

Lo extraño tanto. Hoy pasé por el mango por el que él se escondía al venir a esta casa. Le temía al perro de mi abuela, y la verdad también a mis familiares. Mochi es una bola de nervios, se asusta al ver desconocidos y sale corriendo, no le gusta ver a gente con la que no tiene confianza. Tal vez si me asomaba al agujero en el que él iba a pasar las vacaciones se me iba a aparecer por arte de magia. Ojalá fuera tan fácil. Me hace falta: sus ojos, su pelaje, su mirada tratando de encontrar calma. Daría todo por tenerlo de vuelta.

Hoy ayudé a mi prima N a terminar una manualidad, una línea de meta para el motocross que está organizando mi primo C. Me agradó poder ser útil. Ya me sentía culpable de aprovecharme de la bondad de todos. Su padre, mi tío W, me llevó a más de 100 km/h en moto hacia el desvío. Nunca me había sentido tan Zetista, pero no valió la pena. Antes añoraba esto, ahora sólo quiero a mi gato. Y a pesar de eso, sé que ya debería serme suficiente. Hablé con mi abuela, hablé con mi prima, con mis tíos. Mi prima me preguntó de mi vida, consciente de que sólo sabemos de nuestra existencia sin conocernos mutuamente. Vivir en la ciudad evitaba que supiera lo que es este calor. Para mí significa bastante.

De todos modos, tengo que recuperar a mi gato. A este punto todos cuentan con ello. Mi abuela mencionó que antes no lo entendería, pero que ahora desarrolló esta compasión desde que perdió a su gatita hace un año. Es por eso que no quiero quitarle uno de sus gatos, quedaría sola. Tiene que ser Mochi quien yo lleve a casa.

A mi lado hay gente sensible. En la ciudad me sentía solo pensando que soy el único así. Ahora parece que estoy en el Cielo. Mi abuela puede ser amargada o retirada, pero también escribe poesía. La gente aquí es lúcida y tranquila, habla luego de pensar y no se apresura. Es como si estuviese en casa propia. Y es por eso que estoy decidido. Mañana será. Lo voy a encontrar a como dé lugar. Sólo tengo una oportunidad y ningún derecho de arrepentirme. Les tengo que presumir a mi gato, lo tendré en manos y sabrán que su vida es la de todos nosotros. Voy a ser feliz con Mochi por los demás.

X It's too late - to be grateful. X

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