No tienes verdugos

Por el hater #1 del autor de Sismo.

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No. 9

Creo que todos la hemos cagado alguna vez. Sabemos muy bien que una parte importante de ser humano es aprender de los errores, pero habitualmente olvidamos lo universal que es meter la pata. Tener que rendir cuentas a tu consciencia hace que la culpa se desarrolle junto a un poco de egocentrismo o eso parece.

Estoy seguro todos esperaríamos que la mayoría de las personas se preocuparan tanto en hacer lo correcto, pero es cierto que a muchos eso simplemente no les importa. En este caso, se requiere cierto grado de moralidad de esclavo para ponerte en tu propia contra por arrepentimiento.

Veo mucho de mí mismo en Ishida Shoya de Una voz silenciosa. Tal vez conocerán el título por Netflix, pero no es la bella adaptación de KyoAni la que puso esta historia en mi corazón, sino el manga original con toda la historia.

Contrario a las apariencias, este no es un manga de romance. O bueno, es centralmente algo muy distinto, y el marco con el que desarrolla sus temas es la redención. Ishida siendo el acosador principal de Nishimiya Shouko, una niña sorda, y convirtiéndose en el chivo expiatorio del aula es una premisa conocida. Años después se reencuentran los dos, y ustedes se pueden imaginar el resto.

Lo que es particularmente interesante es cómo el elenco de personajes todos sirven un rol dentro de la dialéctica de la culpa. Nishimiya es alguien que por la mayoría de la historia Ishida ve simbólicamente, tratando de encontrar su propio perdón en ella. De hecho, es Ishida quien más se culpa a sí mismo. Él es el que actúa de su propio verdugo. No puede siquiera ver a sus viejos amigos y les evita porque les relaciona con una parte de sí mismo que quiere por fin olvidar. Se requiere cierto grado de autodesprecio para merecer perdón.

Ueno, una vieja compañera de ambos que está enamorada de Ishida desde niños, es quien intenta hacer que él vuelva a ser como antes, despreocupado y atrevido. Para ella, no hay nada de lo qué él deba sentirse culpable: Nishimiya era culpable y él víctima de manipulaciones de cobardes. Está también el nuevo amigo de Ishida, Nagatsuka, intentando mostrarle que hay cosas buenas en él, aunque piense que su vida está manchada por siempre. Se requiere cierto grado de necedad y fe para reafirmarte.

Otros dos personajes principales son Kawai y Mashiba, una antigua compañera como Ueno y el chico que le gusta. A primera instancia estos personajes parecen innecesarios, pero es a través de ellos que se revela el verdadero tema principal de la historia: la comunicación.

Kawai es genuinamente estresante. Es una chica obsesionada consigo misma, y todo lo interpreta de forma que ella sea el centro del mundo. Mashiba por su parte es alguien a quien poco le falta para ser un sociópata. Y aún así, la historia no los vilifica. El punto es que incluso ellos pueden hacer cosas buenas por el prójimo y que la barrera que les separa a ellos es solamente la dificultad de interpretar el mundo como los otros. Más que los demás, son personajes que realísticamente reaccionan al pasado de Ishida como lo haría alguien que tiene sus propias preocupaciones. Se requiere cierto grado de narcisismo y apatía para seguir con tu vida.

Lo mismo sucede con los viejos amigos de Ishida. Sus vidas han continuado, él es el único que se obsesiona con su pasado por su incapacidad de aceptarse. Así como nadie puede saber lo que pasa en su mente, él no sabe las opiniones honestas que pueden tener de él. Le aterran los demás, pero las peores cosas se las dice él mismo.

Cada quien es un mundo. Todos creen algo distinto. Nishimiya es quien logra que el grupo compagine. Luego de una vida tratando de evitar ser un peso, obviamente ella se siente tan culpable de arruinar la vida de Ishida como él de la suya. Aún así, ambos aprenden que pueden vivir sin ser presa de sus pensamientos. Con la voluntad para ello, todos pueden hacer el intento de entenderse entre sí. Se requiere cierto grado de madurez para escuchar a los demás, pero se puede.

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